La perspectiva espiritual, capital para integrar el efecto de los psicodélicos en el tratamiento de la salud mental
La jornada “Diálogos entre medicines” ha buscado los puntos de encuentro entre las maneras de sanar de diferentes tradiciones y desde diferentes cosmovisiones, concretamente la salud mental, ofreciendo un recorrido por el África, la Sudamérica y la América Central.
La jornada “Diálogos entre medicines: abordaje tradicional y moderno de la salud mental con sustancias con propiedades psicodélicas”, organizada por el Servicio de Atención en Salud Mental para la población Inmigrada (SATMI), de la Red de Salud Mental del Parque Sanitario San Juan de Dios, y celebrada el pasado el viernes 24 de marzo al Auditorio de San Juan de Dios Numancia, reunió cerca de 150 personas, en modalidad presencial y online.
El encuentro pretendía buscar los puntos de encuentro entre las maneras de sanar de diferentes tradiciones y desde diferentes cosmovisiones, concretamente la salud mental, ofreciendo un recorrido por el África, la Sudamérica y la América Central. La jornada se centró en el uso medicinal de sustancias con propiedades psicodélicas capaces de alterar de forma significativa los estados de conciencia, y en la importancia de la comunidad en torno a su uso, en las que el mundo espiritual ha sido siempre parte integral del uso de estas medicines para la sanació.
Personal investigador, profesionales de la psicología, la psiquiatría, la antropología, la farmacología, del conocimiento ancestral indígena, la medicina tradicional mejicana o la tradición chamánica ancestral, han compartido conocimiento, perspectivas, dudas y experiencias en torno al uso de la iboga y la ibogaïna, el hongo psilocibe y la psilocibina, el ayahuasca o de otras sustancias, y su interacción con las diferentes comunidades culturales.
Tres mesas, tres sustancias y un objetivo común: sanar las personas que sufren
A la mesa de África, el Dr. Genís Oña y el Dr. Ricard Faura, de la Fundación ICEERS, Educación etnobotànica y servicio a la comunidad (de las siglas en inglés para International Center for Ethnobotanical Education, Research, and Service), hicieron una revisión del estado de la búsqueda actual sobre la ibogaïna, uno de los alcaloideos de la iboga de origen africano, en el tratamiento de las drogodependencias y la perspectiva de futuro, y expusieron diferentes usos y cosmovisiones de la iboga en las tradiciones espirituales de África Central.
El hecho de que la ibogaïna provenga de zonas que han sido colonizadas al siglo XX, hace que exista poca información y escasa literatura científica que probara su efectividad antiadictiva reducida la tolerancia a sustancias como la heroína o el alcohol, y que fue prohibida en Estados Unidos a 1967. Por otra parte, Faura puso de manifiesto el acercamiento antropológico al uso de la ibogaïna en África Central que, más que la sustancia, pone la espiritualidad y la participación de la comunidad en el centro, pues la sanació de la persona se hace colectivamente, como un ritual.
En la mesa de Sudamérica , Pablo Medrano, defensor del conocimiento ancestral indígena ofreció una revisión del uso del ayahuasca como elemento que potencia la conciencia y el amor como camino para la sanació personal, aprendiz de la medicina amazónica de los remeiers tradicionales. Por otra parte, la Dra. Elisabeth Domínguez, farmacóloga y psicóloga del Hospital de Sant Pau, exponía la investigación del ayahuasca y sus posibles aplicaciones clínicas en salud mental desde la perspectiva de la medicina moderna, lo que demuestra una gran similitud entre las dos perspectivas y la misma sustancia.
En la mesa de América Central, Xochiquetzati Rodríguez, investigadora y practicando de la medicina tradicional mejicana, expuso los diferentes usos medicinales tradicionales del hongo psilocibe en las culturas de América Central, que ponen en valor la relación con la naturaleza y con la comunidad. Por otra parte, el Dr. Óscar Álvarez, psiquiatra del SATMI del Parque Sanitario San Juan de Dios, ofreció un repaso por la historia de la medicina moderna, basada en el empirismo, que la situaba aparentemente lejos de la medicina tradicional, pero con un trasfondo común.
Como ejemplo, la psiquiatría psicodélica, que nace a los años 50 del siglo XX, desde una perspectiva occidental y muy diferente a la vivida en las comunidades indígenas, acaba mostrando que se basa en la misma estructura pero con diferentes elementos: un entorno específico (bosque guarnecido o habitación preparada), con música (clásica o indígena), una vestimenta concreta (bata blanca o vestidos tradicionales), con una mentalidad que confía en la espiritualidad o en la ciencia, y con una misma sustancia propulsora, el hongo psilocibe o la psilocibina sintetizada. En definitiva, se busca crear un estado de conciencia que intenta hacer coincidir la espiritualidad y la medicina ; “con la unión de la tradición y la modernidad podemos enriquecernos mutuamente para avanzar en el camino de la sanació de las personas que sufren”, finalizó el Dr. Álvarez.
Trabajar desde la integración del uso de la sustancia y la introspección
Como cierre se llevó a cabo uno debate entorno al título “Diálogo entre medicines”, en que se hizo patente la diferencia del foco de los diferentes discursos: mientras los ponentes que hablaban desde la perspectiva occidental han centrado su visión en la sustancia, los quien lo hacían desde la perspectiva ancestral han puesto el foco en la comunidad, con una visión completa que incluye la espiritualidad de cada persona y del grupo.
Todos los ponentes han coincidido en la necesidad de buscar una complementariedad a la hora de usar las sustancias con propiedad psicodélica, pues un factor terapéutico importante es la experimentación de estados místicos o transpersonales facilidades por estas medicines. Esto tiene que permitir trabajar desde la integración del uso de la sustancia y la introspección más espiritual de la persona, pues es parte fundamental para integrar el efecto de los psicodélicos en las personas.
Puntualizan, también, la importancia de romper con la dicotomía entre el control y la confianza, como pasa en el caso del placebo en algunos tratamientos, en el que buena parte de los efectos no son de la sustancia sino de la confianza. “A veces no hace falta entenderlo todo, pero sí dar espacio, apunta el antropólogo Faura.
En definitiva, se trata de encontrar el equilibrio entre la tradición y la ciencia, de recuperar conocimientos antiguos y crear de nuevos, integrar la introspección como parte importante en la sanació, permitir la confianza además de la certeza e incluir la perspectiva espiritual como alianza a la medicina moderna. Al final, el objetivo es el mismo : “ya sea con el foco a la sustancia o al entorno y comunidad que acompaña, queremos sanar las personas que sufren”.