Reconocer los signos de alarma, actuar con rapidez y controlar los factores de riesgo cardiovasculares, conceptos clave en el Día Mundial del Ictus

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Síntomas como la pérdida de fuerza o parálisis en un lado de la cara y la dificultad para hablar pueden ser consecuencia de un accidente cerebrovascular.

Una actuación lenta enfrente de un caso de ictus puede conllevar secuelas de por vida, vinculadas al lenguaje, las funciones cognitivas o la movilidad.

El consumo de alcohol y tabaco, el colesterol alto, la obesidad y el sedentarismo son los principales factores de riesgo.

L ’ictus es una de las principales causas de muerte al mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, esta enfermedad está considerada la primera causa de muerte en mujeres, con aproximadamente 27.000 defunciones al año, la segunda en hombres, y la primera causa de discapacidad adquirida en las personas adultas. Además, también es la segunda causa de demencia o deterioro cognitivo, sólo por detrás del Alzheimer. En Cataluña provoca más de 13.000 ingresos hospitalarios al año, lo que significa que se produce un ictus cada 40 minutos.

Embolia, hemorragia cerebral, trombosis, feridura o derrame cerebral son sinónimos de un mismo concepto, el ictus. Se trata de una interrupción brusca de la circulación de la sangre al cerebro producido por el embussament (ictus isquémico ) o la rotura de una arteria (ictus hemorrágico ), y que tiene como consecuencia que las células cerebrales de una parte del cerebro mueran. El 75% de los ictus que se producen son de origen isquémico.

El 29 de octubre es el Día Mundial del Ictus, una cita que tiene el objetivo de poner el foco en la importancia de la prevención de la ciudadanía mediante el control de los factores de riesgo modificable, y la concienciación que reconociendo los síntomas y actuando con rapidez se pueden salvar vidas y minimizar daños cerebrales.

Cómo reconocer un ictus: signos de alarma y actuación urgente

Si se quiere evitar que el cerebro quede estropeado con daños graves o irreversibles debido a un ictus cada segundo cuenta. Por este motivo, desde el Departamento de Salud hace años que se comparte con la ciudadanía, mediante campañas de prevención del ictus, l ’escalera RÁPIDO (también RACE). Este acrónimo se creó con el objetivo que la población pudiera recordar fácilmente esta palabra y los signos de alarma frente un accidente cerebrovascular:

R igui (y si está teniendo un ictus torcerá la boca)
A ixequi (los brazos. Uno de ellos no lo podrá levantar o le costará hacerlo)
P arli (Le costará, no se entenderá bien lo que dice)
Y ctus? (se presenta de manera brusca)
D e apremio (Si se observan estos signos hace falta llamar rápidamente al 061 o 112)

Si, de manera brusca, una persona no puede hacer ninguna de las tres acciones primeras, hace falta atención médica urgente. En estos casos, se activa automáticamente el Código ictus, un protocolo de actuación urgente que comprende la activación de una red de dispositivos asistenciales dirigidos a dar una atención inmediata y adecuada a los pacientes con sospecha de ictus.

“La activación del Código ictus es clave, y se puede poner en marcha con una llamada, desde casa, el ambulatorio o el hospital, lo cual implica un traslado inmediato con el SEM. Una vez atendido, ya se confirmará si se trata de un ictus y si hace falta tratamiento, pero la prevención puede salvar vidas”, afirma la Dra. Ana Escrig, especialistas del Servicio de Neurología al SJD Hospital de Sant Boi .

Una actuación lenta puede conllevar secuelas de por vida que, dependiendo de la zona del cerebro afectada, pueden traducirse en varias discapacidades vinculadas al lenguaje, las funciones cognitivas o la movilidad. “Un ictus tratado de forma precoz tiene mucho mejor pronóstico. De aquí la importancia de actuar con rapidez frente el primer signo de ”alarma”, explica Escrig.

El control de los factores de riesgo, clave en la prevención del ictus

Los ictus isquémicos o aterotrombòtics son los más frecuentes. En estos casos intervienen de manera muy clara los factores de riesgo cardiovasculares típicos, asociados a malos hábitos, consumo de alcohol y tabaco, alto nivel de colesterol en sangre, obesidad y sedentarismo. La buena noticia es que estos forman parte del grupo de factores de riesgo modificable, que pueden reducir enormemente el riesgo si se apuesta por un estilo de vida saludable, con actividad física, una correcta alimentación y un control de peso y colesterol. “Hoy en día hay más conciencia de control de los factores de riesgo, pero hace falta seguir instinto”, indica la doctora Ana Escrig. Según datos actuales, el 90% de los ictus están relacionados directamente con factores de riesgo modificable.

A partir del 55-60 años la edad se convierte en un gran factor de riesgo pero, a diferencia de los anteriores, se encuentra dentro del conjunto de los no modificables. Debido al envejecimiento progresivo de la población, la prevalencia de los ictus ha aumentado considerablemente en los últimos años. Por este motivo, de cara a 2035 está previsto que Europa experimente un aumento del 34% en la incidencia de ictus, según datos de la Fundación Ictus.

Según datos asistenciales, durante el último año el SJD Hospital de Sant Boi ha alcanzado más de 460 casos de ictus, contando tantos los usuarios que ingresan como los procedentes de Urgencias (y son derivados en el Hospital de Bellvitge para un tratamiento específico), así como los que se atienden a consultes externas.

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